terapia de reiki

En Centro Terapéutico Limage estamos especializados en ofrecer a nuestros pacientes terapia de reiki, una forma de sanación de diferentes enfermedades que causan desequilibrios energéticos internos, y que llevan a la pérdida de salud en sus aspectos físico, mental y emocional.

 

¿Qué es el reiki?

 

Es una forma de sanación y apoyo para cambiar las conductas y actitudes indeseables. Produce resultados asombrosos, por lo cual, se ha introducido amplia y rápidamente en la parte occidental de nuestro planeta.

 

El reiki, como sanación energética, forma parte de las técnicas que usan la energía para curar. Es, a su vez, una de las más sencillas y eficaces. Con el empleo del reiki, las condiciones negativas se convierten en positivas.

 

El reiki es un concepto formado por dos vocablos japoneses: “rei” y “ki”, que se refieren a dos formas fundamentales de energía.

 

Rei: significa energía del universo. Todos los seres estamos conectados a esta forma de energía. Cuando fluye libremente a través de nosotros, produce salud y bienestar.

 

Ki: es la energía vital que circula dentro del organismo de los seres vivos. Esta energía y la calidad de la misma difieren de un ser a otro.

 

La acupuntura china, que tiene más de 5.000 años, denomina “chi” a la energía vital que circula por el organismo, la acupuntura japonesa, con 3.000 años de antigüedad, la llama ki, y el hinduismo la denomina prana.

 

Todos los seres vivos tenemos ki. El ki requerido por una víscera o un órgano, depende de la estructura y densidad de este. Si deja de circular totalmente en un organismo vivo, la vida se interrumpe.

 

Reiki para bebés y niños

 

Es difícil que exista un modo más natural y agradable de impartir reiki que el de una madre con su bebé. Una madre sostiene a su bebé en forma amorosa, y una vez que ha aprendido a aplicar reiki, puede pasarlo a su bebé cada vez que lo toca y lo acaricia.

 

El beneficio del reiki en los niños comienza ya en el vientre materno. Favorece su energía luminosa, los protege y, sobre todo, les permite una comunicación fluida y constante con su madre. Gracias a su inocencia, los niños están libres de los prejuicios que tanto atan a la mayoría de los adultos. De este modo, la energía Reiki fluye hacia ellos sin barreras, naturalmente, y sin los bloqueos causados por temores o convicciones rígidas de cualquier tipo. Muchos padres recurren a un tratamiento de reiki para sus hijos cuando tienen problemas de hiperactividad, timidez, pesadillas, insomnio, depresión o porque han atravesado por situaciones familiares que les producen angustia, como la separación de la familia. El reiki también ayuda a los niños que son muy tranquilos a ser más receptivos, puesto que esta energía agudiza los sentidos y logra que la persona tenga una percepción distinta de la vida. Además, es muy útil para los pequeños que tienen dificultades de concentración.

 

Cuando se trata de bebés o de niños de corta edad, es necesario adaptar las sesiones de acuerdo con su capacidad para quedarse quietos mientras se les imponen las manos. Es mejor que estén dormidos, lo que favorece su relajamiento. En el caso de los bebés, notarán mucha mejoría los que sufran cólico del lactante, inicio de dentición, otitis, trastornos de sueño, etc. Las manos son un medio de expresión muy íntimo, y los bebés son esponjas que absorben los estados emocionales que hay en su entorno. Por lo tanto, muchas veces los bebés están irritables, ansiosos, nerviosos, y necesitan un poco de energía pacífica. La mamá puede aprovechar su energía poderosa para aplicar un poco de reiki al bebé cuando se encuentre en estas condiciones. Basta con imponer sus manos por su cuerpo, visualizando que de ellas sale una luz rosa pacífica y calmante. Hay que hacerlo sin desesperación, aunque el niño esté impaciente, y verá cómo poco a poco se irá relajando. Si la mamá está impaciente o alterada, es mejor evitar el ejercicio.

 

Cuando tenemos la oportunidad de realizar reiki a nuestros bebés o niños, es una gran ayuda saber lo básico. Aquí una pequeña y personal guía sobre cómo tratarlos de 0 hasta los 6 años de edad:

 

Estar centrados: realizar reiki a niños y bebés solo si estamos de excelente humor y predisposición. Son muy sensibles a nuestra energía e intención.

 

Pedir permiso: siempre. Mentalmente les pedimos permiso para realizarles reiki o cualquier otra terapia de energía. Esto es porque al no poder hablar o razonar la situación, la respuesta será más bien un sonido, una mueca, una mano que se mueve... un beso imprevisto.

 

Reiki desde el corazón: se envía con las manos. Las vibraciones de amor, paz, tranquilidad y seguridad que irradiamos desde el corazón hacia el pequeño son bastante superiores a la vibración que pueden enviar las manos, por lo menos los primeros minutos. Realizar reiki como canal desde el universo, pasando por el corazón, luego a las manos, es un ejercicio básico. Pero no está de más recordarlo y aplicarlo desde el mayor amor que tengamos. Irradiamos desde nuestro corazón y desde nuestras manos, ambos hacia la personita. Esto produce un efecto de relajación inmediata y una conexión muy grande entre ambos.

 

Hable mentalmente: sean afirmaciones, frases de ambos, palabras como “amor”, “que duermas bien”, etc., pero que complementen ese momento de conexión entre ambos. Así se potencia la energía y la mente se concentra aún más en lo que estamos haciendo.

 

Símbolos: úselos para su protección, si lo desea en la preparación antes de brindar reiki. Aplicamos los símbolos en bebés muy pocas veces, solo en casos de enfermedad o problemas físicos del momento como gases estomacales o mal humor. Consideramos que, en niños sanos, los símbolos no son necesarios, su uso dependerá de si usted necesita esa conexión con la energía. Pero aun así, reiki les llega igual porque son muy sensibles y perceptivos a la energía.

 

Sienta la diferencia: experimente y sienta la diferencia. ¿Qué momento del día le gusta al bebé o al niño recibir reiki? ¿Cuáles son los efectos más visibles? ¿Cómo se comporta durante la sesión? Puede llevar un diario de progresos para anotar las experiencias y releerlo cuando lo necesite.

 

Duración de la sesión: aquí varía según el caso, pero en promedio con 15 minutos los bebés ya se muestran contentos y comienzan a moverse. En niños pequeños, 20 a 30 minutos son suficientes. No se limite al tiempo. Hemos comprobado que, incluso en adultos, 15 minutos son suficientes para que se puedan dormir o sanar alguna dolencia repentina.

 

Hermanos: aproveche el círculo que se forma alrededor del bebé o en hermanos que comparten la habitación. Reiki no solo llega al punto donde están sus manos, sino que se expande. Levante una palma de la mano hacia arriba y diríjala donde se encuentra la cama del otro niño y envíele reiki. Con solo utilizar su intención, y unos 20 minutos en total, ambos habrán recibido la energía del reiki. Fíjese cuál de los dos necesita más energía y sobre esa personita ponga su mano y vaya alternando.

 

Bebés en la cama: cuando son muy chiquitos, muchas mamás y papás los llevan a la cama matrimonial. No son pocos los casos que luego van a pediatría para sacarles la costumbre de pasarse a su propia cama, cuando ya son más grandes. Envíe reiki a la situación, piénsela o escríbala. Incluso cuando se pase a la cama, bríndele reiki por unos minutos. Y luego llévelo dormido. Se van reduciendo las veces que visita y se espacian. Lo probamos en hermanos y ha funcionado.

 

Relajación: ¿sí está aplicando reiki correctamente? ¿Sí es tal o tal posición? Lo mejor es relajarse y dejarse llevar por el amor que comparten, por la relación que se está fortaleciendo y por su instinto. Hombres y mujeres por igual tienden a ser muy duros consigo mismos. Este es un momento de paz y conexión con ustedes y con los niños o bebés. Aprovechen a dejarse llevar por esta corriente de amor y calma.

 

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